Lo poco si bueno dos veces poco… ¿o era lo bueno si breve dos veces rico? No sé! Lo que sí sabemos es lo que vemos, like-eamos y compartimos de manera inconsciente y, a veces, compulsivamente! No hace falta ser un tipo muy observador para vernos, y si, lamentablemente, me incluyo…en una especie de trance social fotográfico, dejando testimonio de cada bocado que tomamos… dicen que un síntoma del sentido del humor es reírse de uno mismo…aquí va mi dosis de autocrítica!

No somos ningunos visionarios, ni vamos un paso por delante de nadie. Nos unimos a los que están hartos, a los que ven hilarante y ridículo en el ritual en el que hemos convertido el salir a comer y/o cenar.

Ya hay muchas voces que claman al cielo. Muchos los tertulianos de bar que entre whatsup y whatsup, levantan la mirada del móvil para quejarse, con razón, del sin Dios en el que se ha convertido el gastroFoodismo. Achicharramos con fotos la carta de cualquier restaurante, componemos bodegones de escenas “casuales” sobre una mesa ¿al azar? No hay criterio estético que valga, no hay principios que seguir, no hay nada…todo vale! No creemos que sea malo o que sea bueno… que conste que no valoramos eso simplemente hacemos un comentarios socio-digital.

Hay una parte que si criticamos, la democracia digital, el anonimato de la opinión. Hace años los periódicos de cierto peso dedicaban una columna, una sección o un artículo a todo color en el semanal sobre uno o varios restaurantes, pero alguien firmaba, alguien se hacía responsable con su puesto de trabajo y respaldaba sus opiniones en una trayectoria profesional. No dudo que ese crítico gastronómico tuviera sus restaurantes favoritos, no dudo que algún familiar, amigo o querida consiguiera colar una buena crítica a un local mediocre… no lo dudo. Pero esa opinión escrita tenía peso.

Hoy entran, entramos, en juego todos. Sin excepciones. Todos somos pequeños críticos gastronómicos que con mejor o peor suerte decimos verdades o mentiras sobre un bar o un restaurante, pero siempre opiniones subjetivas. Es divertido jugar a buscar restaurantes que hayas probado en incontables ocasiones, búscalo en tripadvisor y fíjate en como lo destripa algún desaprensivo que ha tenido una supuesta mala experiencia. Los argumentos y las razones son de lo más variopinto… lo peor no es el que la pongan, lo peor de todo esto es que les damos crédito! Lamentable.

Si hacéis una breve búsqueda en Google sobre foodies os sorprenderá ver la cantidad de blogs amateur que existen. Detrás de esos artículos hay de todo, incluso me ha sorprendido ver buenas intenciones en alguno de ellos. Por desgracia abundan los abogados, financieros y gente con inquietudes gastronómicas que se desfogan en sus cuentas de Instagram, twitter y Facebook…

Hay quien, por suerte nos deleita con grandes artículos, como El Comidista, a la sazón defensor del buen juicio y de la objetividad gastronómica y del sentido común en el aderezo de ensaladas y vinagretas. Te puedes desternillar con alguno de sus post al respecto de estos temas, grandes respuestas de cocineros, que, hartos de clientes con verborrea digital se han explayado por un mal filete, un vino caliente o un postre insípido.

Compartir nuestras experiencias en internet es sin duda un avance. Hemos vivido y sufrido el boom de esta pequeña revolución, tomemos aire y relajémonos! Dejemos el móvil en el bolsillo cuando entremos en un restaurante… y probemos a acordarnos de cómo fue el soufflé el risotto o la tosta del desayuno. Hago mi propio propósito de enmienda y prometo no compartir nada que no crea que deba compartir!

Pero es cansino, muy cansino… Si paras a leerte la carta de cualquiera de los restaurantes más pintones y con más gente guapa de Madrid son fotocopias unos de otros… está justificado, no es culpa de los cocineros, no es culpa de los empresarios que pagan a los cocineros…es culpa nuestra, que solo pedimos 10 referencias. Solo diez! Quieres saber cuáles son? En el fondo lo sabes, pero estos diez must, están hechos para salir en Instagram, hechos para retwittearlos y facebookearlos… no tienen coherencia en la carta, son como los estantes que preceden a la caja registradora de un super. Tienen lo que saben que vas a comprar.

1. En el número uno, y pese a que el público empieza a dar muestras de hartazgo esta la omnipresente HAMBURGUESA. ¡Poco que añadir a lo que podéis leer por ahí! ¿Están ricas? Mucho. Pero joder, ya vale, ¿ no?

2. ¿Mmmm qué ponemos en plan que sea fácil de compartir, le guste a todo el mundo y no nos complique mucho? Croquetas!!! Pero espera, espera. Croquetas de Puchero o de la Abuela, que parezca que nos las hemos currado. Si no hay croquetas en la parte de “entrantes” o “para compartir”….sal corriendo! Más que nada porque no vas a poder instagramear #croquetas #detodalavida

3. Es difícil, es imposible, no existe mucho restaurante que no haya, que no hayamos pecado en poner un huevo poché, mollet, a baja temperatura… pero en un alarde de originalidad alguien añade trufa, tartuffo o sucedáneo… el caso es que en tarro de cristal, en bote de conserva, en plato hondo o en copa de champán, si no hay un huevo… no mola. Y punto.

4. Uno de los grandes, y por eso está en esta lista. Un #MUST en toda regla es el steak tartar. Podría meter en este punto el tartar de Salmón o Atún, pero esos requieren de su punto propio. El Steak Tartar tiene que estar. Es el plato “Gourmet” para ellos y ellas, para los foodies y las foodias…da igual que no esté bien aliñado, da igual que esté helado como un sorbete de limón, el steak tartar es como Belén Esteban en los realities, tiene que estar. Y ya está, no se debate si pega o no pega con la carta, no se plantea nadie si el cocinero está cualificado para hacerlo…incluso lo que es más si es el camarero el que está formado para aliñarlo correctamente. Que conste que es un plato que nos gusta, que pedimos y que disfrutamos, si está bien hecho, pero satirizamos el hecho, como el lector avezado habrá concluido, de que esté en todos sitios!

5. Qué puedo decir en defensa de nadie si el número 5 es el tartar de “pez muerto”, los hay de salmón, los hay de atún, lubina…etc. Son platos que salen bien en las fotos, le da un toque oriental y fresquito a la carta…

6. Ay la Burrata…pero que rica está! ¿Verdad? Pues sí. Y por eso está en todas las cartas. Burrata con tomate Toro, burrata con Salmorejo, Burrata con tartar de tomate y albahaca, burrata sola, burrata acompañada pero siempre burrata!

7. La tempura es otro clásico. Hay quien da un pasito más y nos soprende con auténticas maravillas, perfectamente ejecutadas y originalmente aliñadas con salsas ricas que sustituyen a la “prostituida” soja. Pero lo normal, lamentablemente es ver algo así como “Tempura de verduras de la huerta”… eso si…es fácil de compartir!

8. Os ahorarré un undécimo punto y juntaré baos y gyozas… no es lo mismo, no. Pero oye, que ahí están! Con sus rellenos sorprendentes, llenos de sabor… nadie a día de hoy se atreve a poner una torta de aranda, o un bollo preñao palenciano… aunque a veces no sé distinguir algunos Bao de estas bombas calóricas castellanas!

9. Cachopo, cachopín… esto no tiene perdón de dios… lo siento. Por aquí si que no paso. Que en una pizarra anuncien cachopo en un pueblo asturiano a la altura del kilómetro 90 desde Asturias a Gijon y haya cola de turistas en bermudas para meterse uno entre pecho y espalda, no solo lo defiendo sino que lo aplaudo. Pero que haga dos meses de cola para que me den una mesa, me ponga guapo y ahorre tres nóminas para cenar en el sitio de moda y se atrevan a proponerme como opción de cena un escalope relleno y empanado…eso no tiene nombre.

10. Risottos y Melosos. Es siempre de agradecer que haya arroz en una carta. Si además está rico, doblemente mejor! Lo malo es lo de siempre, que no suele estar rico. No pasa nada si no hay arroz, no pasa nada si pones otro plato, pero asegúrate de que sabes hacer un arroz, es un producto delicado, sencillo y humilde, barato y pintón… lo tiene todo o casi todo! Que no todo el mundo sabe hacerlo, que no todos los sitios están preparados para ofrecerlo… mejor cambiar!